
El peregrinar, presente desde los orígenes de la fe cristiana, es mucho más que un simple desplazamiento físico. Se trata de un viaje cargado de espiritualidad, historia, cultura y comunidad, donde cada paso se convierte en un encuentro con Dios y con los demás.
El documento “El Peregrinar, su sentido y finalidad” nos recuerda que la peregrinación ha acompañado a la Iglesia a lo largo de los siglos, siendo un signo profundo de conversión, gratitud y compromiso cristiano. En palabras de la Sagrada Escritura, “Dichoso quien encuentra en Dios su fuerza y en su corazón decide el santo viaje” (Sal 84,6).
Durante un Año Jubilar, como el que vivimos en 2025, la Iglesia invita de manera especial a los fieles a ponerse en camino. Peregrinar se convierte en un gesto de búsqueda y de renovación espiritual, donde se valora el silencio, el esfuerzo, la sencillez y la comunión con otros peregrinos. Este camino no solo conduce a un santuario, sino también a la transformación interior y a un renovado compromiso con la vida cristiana.
El texto destaca también la dimensión comunitaria del peregrinaje: los cantos, oraciones, comidas compartidas y el esfuerzo conjunto van forjando una experiencia de fraternidad que trasciende lo individual. Asimismo, resalta el carácter cultural y simbólico de la peregrinación, expresión de una religiosidad popular rica, creativa y profundamente humana.
En este Jubileo, los fieles tienen la oportunidad de experimentar esta tradición viva de la Iglesia, que no solo abre las puertas a indulgencias y gracias espirituales, sino que invita sobre todo a vivir la fe con mayor profundidad y esperanza.
A continuación, se adjunta el documento “El Peregrinar, su sentido y finalidad”, donde podrá analizar en detalle las dimensiones históricas, espirituales y comunitarias de esta práctica tan significativa para la vida cristiana.